México apuesta al almacenamiento de energía para no quedarse a oscuras

México se pone las pilas… literalmente.
La presidenta Claudia Sheinbaum no ha perdido el tiempo en mostrar que su gobierno va en serio con la transición energética. Entre discursos, inauguraciones verdes y selfies con paneles solares, la apuesta es clara: más energías renovables. Pero hay un detalle técnico —como diría cualquier electricista que se respete— sin almacenamiento de energía, la fiesta verde se apaga apenas cae el sol o deja de soplar el viento.

El sol no siempre brilla, pero la batería sí puede.
Aquí es donde entran los Sistemas de Almacenamiento de Energía (SAE), esos héroes silenciosos que permiten guardar la electricidad cuando sobra para usarla cuando falta. Hoy, el 12% de la electricidad mexicana proviene de fuentes intermitentes como la solar y la eólica. Y la meta no es modesta: superar el 20% en los próximos años. Sin almacenamiento, este crecimiento sería como montar un Tesla sin batería: muy bonito, pero no llega ni a la esquina.

Un sistema que no duerme, ni cuando la red falla.
José Manuel Díaz Pérez, presidente de On.Energy LATAM, lo resume sin rodeos: “No basta con generar energía limpia, hay que hacerla útil todo el tiempo”. Y es que los SAE no solo estabilizan el sistema eléctrico nacional, sino que también pueden ser la diferencia entre tener luz o no en zonas rurales, hospitales en emergencia o incluso durante desastres naturales. ¿Te imaginas una tormenta sin internet ni memes?

La luz también es justicia social.
Más allá de la eficiencia técnica, el almacenamiento energético puede cerrar brechas históricas. En comunidades aisladas —donde la electricidad es un lujo o llega con más interrupciones que una telenovela— los SAE representan una esperanza real. Una especie de Robin Hood eléctrico: captan energía en donde sobra y la entregan donde falta. Todo, sin necesidad de esperar a que llegue el cableado desde la capital.

México no inventó la rueda, pero sí puede rodar más lejos.
Aunque aún no tienen estatus oficial dentro del Mercado Eléctrico Mayorista (MEM), los SAE están ganando terreno. La Secretaría de Energía ya está tomando cartas en el asunto y, si no se atoran en el laberinto burocrático, podríamos verlos reconocidos formalmente en los próximos años. Mientras tanto, empresas como On.Energy están implementando proyectos tanto para empresas industriales como para comunidades enteras.

De la promesa a la acción, con voltaje social.
La tecnología ya está aquí. La voluntad política parece alinearse (crucen los dedos). Y las necesidades, esas no esperan. Si México quiere evitar quedarse como el que compró focos LED sin checar si había luz, debe invertir en serio en el almacenamiento de energía. No es solo una cuestión de modernidad, sino de sentido común… y de que no se nos vaya la luz justo cuando más la necesitamos.

Porque sí, los molinos son bonitos, los paneles se ven modernos, pero sin batería… hasta Don Quijote se queda sin pelea.

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