En el corazón del Centro Histórico de Puebla, se encuentra un espacio donde el tiempo parece detenerse: la Plazuela de los Sapos. Este emblemático rincón debe su nombre a un fenómeno natural que marcó su identidad desde tiempos coloniales. Antiguamente, las crecidas del río San Francisco solían inundar la zona, formando charcos que atraían a sapos y ranas. Con el paso del tiempo, ese detalle pintoresco quedó grabado en la memoria colectiva y dio origen al nombre que aún hoy conserva, con una fuente adornada por la figura de un sapo como símbolo permanente del lugar.
Aunque su historia es larga, fue en la década de 1970 cuando la Plazuela de los Sapos comenzó a tomar la forma por la que hoy es reconocida a nivel nacional. En 1967, Salvador Macías rehabilitó una antigua casona abandonada para convertirla en un negocio de antigüedades. Su iniciativa sembró la semilla de lo que años más tarde se transformaría en un mercado de objetos antiguos y curiosidades. El fenómeno creció de forma espontánea y, para 1976, el gobierno municipal decidió oficializar el tianguis, remodelando la plazuela y dándole un nuevo impulso como atractivo turístico y cultural.
Cada fin de semana, el espacio cobra vida con decenas de puestos que ofrecen verdaderas joyas del pasado. Muebles rústicos, cristalería tallada, relojes de época, monedas, billetes antiguos, juguetes, joyería y hasta dulces típicos poblanos forman parte del mosaico de artículos que cautivan tanto a coleccionistas expertos como a visitantes casuales. La atmósfera cálida y amigable, sumada al bullicio de vendedores y curiosos, convierte a este mercado al aire libre en una experiencia única donde cada objeto parece tener una historia que contar.
Pero la Plazuela de los Sapos es mucho más que un punto de venta de antigüedades. Es también un lugar de encuentro y paseo, ideal para disfrutar del ambiente colonial que caracteriza a Puebla. Las casonas virreinales que rodean la plazuela, con sus fachadas coloridas, balcones ornamentales y calles empedradas, crean un escenario perfecto para quienes buscan perderse entre historia y tradición. Al caer la tarde, la iluminación resalta la belleza arquitectónica del entorno, generando una atmósfera romántica y nostálgica.
Este rincón poblano no solo atrae a turistas nacionales y extranjeros, sino que también es un punto de referencia para la comunidad local, que encuentra en él un espacio para convivir, compartir y redescubrir su herencia cultural. La Plazuela de los Sapos es, en definitiva, un lugar donde el pasado y el presente dialogan a través de objetos, relatos y arquitectura, invitando a todos los que la visitan a vivir una experiencia llena de historia y encanto.